Friday, December 3, 2010

"La geografía es destino"

Esta frase de Napoleón I es una de las afirmaciones verdaderamente incontrastables dentro del punto de vista geopolítico porque el destino de una nación está ligado indefectiblemente al suelo que habita ya que el escenario en que desarrolla su actividad creadora marca las directrices de su accionar.

El aspecto geográfico es inmanente porque, al menos que suceda un cataclismo generalizado, no cambia en la conformación y en la estructura física del suelo, en su topografía y en la dirección de sus montañas y de sus ríos. Tampoco las obras construídas por el hombre lo alcanzan a variar por gigantescas que ellas sean, de tal manera que podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el destino de cada país o región es único.

La Geopolítica no es, como dice tímidamente el Diccionario de la Real Academia Española, 'una ciencia que pretende fundar la política nacional o internacional en el estudio sistemático de los factores geográficos, económicos, raciales, culturales y religiosos', es la ciencia que funda la política en estos criterios, y así debe ser porque la influencia de la geografía es evidente y definitiva en el desenvolvimiento de las naciones y porque las cuestiones económicas tienen que ver con el territorio en que el hombre desarrolla su actividad empresarial.

La dirección de nuestras montañas indica a los colombianos la orientación del agrupamiento sobre el territorio a partir del corazón nacional que tiene en Bogotá, el centro por excelencia del movimiento de flujo y reflujo que caracteriza el asentamiento de la población colombiana sobre su territorio. Nuestra raza chibcha, según los estudios de la Promotora Española de Lingüística PROEL, ha avanzado, desde antes del Descubrimiento de América, por el norte hasta el límite sur de Guatemala, por el oriente hasta la Guayana Francesa y noroccidente de Brasil y por el sur hasta el río Huallaga. La creación, en 1819, y la ratificación constitucional, en 1821, de la República de Colombia fue una idea afortunada del Precursor de la Independencia Americana Francisco Miranda, que restableció bajo el sistema republicano el primigenio Virreinato de Nueva Granada con sus límites definidos sobre las fronteras naturales de nuestros ancestros chibchas.

La situación geográfica de nuestro país en la esquina noroccidental de Suramérica, con la zona habitable en el Hemisferio Norte, con costas en los océanos Atlántico y Pacífico, y con cordilleras que van a morir en la Costa Atlántica nos orienta hacia el Norte y nos obliga a bajar de las montañas y a mirar hacia el Caribe, dirección obligada de la expansión del núcleo geopolítico que tiene como ejes los ríos Magdalena y Cauca que forman amplios corredores longitudinales en ese sentido. Además, la dirección de nuestra Cordillera Oriental que penetra en Venezuela y abraza, con la Sierra de Perijá y la Cordillera de Mérida, el Lago de Maracaibo, alimentado por los ríos Zulia y Catatumbo que nacen en nuestro territorio, nos impulsa también en esa dirección.

Somos en teoría un país de dos caras, pero nuestra Costa Pacífica no tiene condiciones favorables para el desarrollo portuario porque el sector norte es una zona extremadamente selvática y propensa a movimientos telúricos y el sector sur es bajo, anegadizo y cruzado por una red de ríos y ciénagas que dificultan el tránsito terrestre.

La costa norte del Pacífico es además muy angosta, escarpada, con muchas escotaduras y lluviosa por la estrecha cercanía de la Serranía del Baudó, en la que se estrellan las nubes arrastradas por las corrientes de aire que desde el Cabo Corrientes hacia el norte hacen de esta zona chocoana una de las de más alto índice pluviométrico del mundo, y sus ríos cortos y torrentosos la hacen inapropiada para desarrollos portuarios.

El puerto de Buenaventura tiene inconvenientes de orden técnico para el comercio internacional, que requiere embarcaciones de gran envergadura, y el de Tumaco, muy al sur, es también propenso a los movimientos sísmicos y carece totalmente de condiciones para el comercio internacional.

El único puerto de la gran región macrochibchana, ideal para el comercio de Colombia y de Venezuela, es Panamá. Falta eliminar el Tapón del Darién, mediante la construcción de la vía terrestre, para facilitar la integración de la Zona pues así los países al sur de Guatemala estarían conectados a Bogotá, el corazón natural de la región.

La región noroccidental de Colombia, especialmente desde Buenaventura hacia el norte, es una zona de gran riqueza natural por su biodiversidad, condición que debe protegerse pues las obras que allí se adelantaren romperían el equilibrio de la naturaleza exponiendo la región a un incalculable desastre ecológico. Sin embargo, como la acción creadora de las colectividades humanas está determinada por el espacio geográfico, tarde o temprano, el pueblo colombiano avanzará sobre ese territorio. La presión geopolítica hacia el norte será tal que nada lo detendrá en su empuje colonizador. Es importante, por lo tanto, encauzar este avance de tal manera que no cause daños ecológicos irreparables a la región, lo que se puede evitar aplicando los recursos técnicos convenientes en la construcción de la vía terrestre.

Los colombianos debemos bajar de las montañas, traspasar el Tapón del Darién y hacernos presentes con fraternal decisión en nuestro Mar Caribe. No debemos olvidar que ocultos en nuestras cordilleras perdimos la gran oportunidad de incorporar a la hoy República Dominicana a nuestro territorio, cuando en 1821 quiso voluntariamente ser parte de la República de Colombia, circunstancia afortunada que hubiera hecho efectiva nuestra presencia marítima y aumentado extraordinariamente nuestra plataforma continental y nuestro mar territorial.

Pero nunca es tarde en la historia para enmendar los errores del pasado. Las tendencias geopolíticas tienen permanente vigencia y por ello debemos seguir decididamente la dirección de nuestro destino geográfico; destino que indiscutiblemente apunta hacia el Norte.

Friday, October 1, 2010

Por qué fue España la conquistadora y colonizadora de América

En las conversaciones sobre la Conquista y la Colonización de América es común oír a muchas personas quejarse del hecho de que haya sido España la nación conquistadora y colonizadora de estas tierras y no hayan sido los ingleses. 'Seríamos más adelantados', dicen, y usan este eufemismo para no renegar públicamente de su raza mestiza, mostrando un complejo de inferioridad que fue inculcado por los españoles, también mestizos andaluces de las clases populares como fue la inmensa mayoría de los integrantes de las expediciones conquistadoras.

Ignoran, o quieren ignorar quienes esto afirman, que España era en el momento del Descubrimiento la primera potencia de Europa y la única capaz de emprender militarmente la conquista del territorio americano, adentrándose con sus tropas en las inhóspitas tierras de un continente por descubrir y luchando no solamente contra los naturales que les opusieron resistencia, a pesar de la abismal inferioridad tecnológica, sino contra una naturaleza hostil y contra un medio desconocido.

España era en la época del Descubrimiento de América la única nación 'despierta' de Europa y la Universidad de Córdoba era el foco intelectual que iluminaba el continente. En cambio, los ingleses no eran potencia en ese momento. Su ascenso empezó bajo el reinado de ese gran rey que tomó el nombre de Enrique VIII (1491-1547). Este soberano, ridiculizado por sus malquerientes por su obesidad y criticado, con toda razón, por su crueldad con sus sucesivas esposas, fue el iniciador del Imperio Inglés. Hombre de vasta cultura y eminente teólogo concibió que sólo bajo el empuje de un credo religioso se podría construir un imperio y entonces decidió fundar el Anglicanismo y constituir al rey de Inglaterra en Jefe Espiritual de su reino, separando la nueva doctrina de la obediencia al Papa de quien tanto el rey de España como el de Portugal disputaban su privanza. De esta manera enfrentó su país a la poderosa España y entró en la competencia por la hegemonía europea.

El triunfo de la escuadra inglesa sobre la llamada Armada Invencible en 1588, noventa y seis años después del Descubrimiento de América y bajo el reinado de su hija Isabel I, marcó el inicio del poderío inglés. Desde entonces empezó la construcción y consolidación de un imperio marítimo que se caracterizó por la posesión de puntos claves en diversas partes del globo terráqueo con base en su poderosa maquinaria naval. Inglaterra, como potencia marítima, no tuvo el propósito de crear una colonia continental en América y su conquista y colonización de territorios se limitaron a la posesión de islas, de zonas costeras y de sitios neurálgicos para su dominio y ampliación de su comercio y en la fundación de ciudades portuarias en la costa oriental de Norteamérica. Inglaterra no se hubiera adentrado en el territorio americano como lo hizo España, esta sí con los arrestos de potencia continental, para descubrir nuevas tierras, para someter a los naturales, para fundar ciudades y para dejar, con el mestizaje, su impronta racial y cultural en las tierras descubiertas.

Los ingleses no se mezclaron con los indígenas como los españoles porque su concepto religioso de predestinación, que lleva implícito el de superioridad racial, les impedía a los súbditos de la Corona inglesa mezclarse con las razas inferiores de América. Aún más, las guerras religiosas que se suscitaron en la Gran Bretaña a raíz de la imposición monárquica del anglicanismo favorecieron a Norteamérica en su poblamiento pues, de acuerdo con los vaivenes de las luchas, emigraron a esas tierras americanas numerosas familias católicas y anglicanas que crearon colonias con criterio independentista entre sí y con su patria de origen.

La colonización española que les tocó en suerte a los países surgidos de este proceso no fue una desventaja, antes bien una ventaja pues la mestización les ahorró los problemas que sufren otros Estados en donde la tensión entre las razas puras atenta contra la unidad nacional. Además, la identidad cultural latinoamericana, representada en dos factores eminentemente unificadores, el idioma castellano y la religión católica, les ha dado la fortaleza suficiente para irrumpir, poco a poco, en la historia de la humanidad y para posicionarse con orgullo en la comunidad de las naciones que pueblan la tierra.

El nuevo núcleo latinoamericano está empezando a proyectarse en la historia como un elemento étnico perfectamente definido y con características culturales propias hasta tanto de interesar vivamente a los estudiosos de estos temas como al profesor Samuel P. Huntington quien lo califica como base de una de las ocho civilizaciones de la humanidad. Huntington las enuncia como Occidental, Eslava, Arabe, Hindú, China, Japonesa, Latinoamericana y Africana, y es notorio que no incluye la Latinoamericana en la Occidental, dándole una connotación propia que la diferencia de las naciones angloparlantes que pueblan el territorio americano.

Los naciones latinoamericanas avanzan con paso firme en la historia de la humanidad con muchos valores heredados de sus antepasados. Su cultura se expande por todo el ámbito americano con fuerza impresionante penetrando en el norte del continente con su religión católica, su idioma, su alimentación, su música y sus artes plásticas, para no mencionar sino estos aspectos que son consecuencia cultural de la penetración racial. Por ello, no tenemos que avergonzarnos o lamentarnos de nuestros ancestros pues la grandeza de un pueblo no radica en su poderío militar o económico, sino en su fortaleza cultural que le permite sobrevivir a los avatares y a los cambios imprevistos en el transcurso de los tiempos.

Tuesday, September 7, 2010

Bogotá, el corazón de una nación

El 6 de agosto pasado, Bogotá celebró el cuadringentésimo septuagésimo segundo aniversario de su fundación por el conquistador español Gonzalo Jiménez de Quesada. Esta fecha es la más importante de la historia nacional porque el cordobés colocó la capital de la colonia sobre el núcleo cultural chibcha dando origen a una nueva nación que desde ese momento se fue amalgamando racial y culturalmente como base indiscutible de la nacionalidad colombiana.

Sin lugar a dudas, Bogotá es una de las capitales de América mejor situadas. A diferencia de otros conquistadores que fundaron ciudades cerca del mar para facilitar la comunicación con la metrópoli, Jiménez de Quesada la fundó en un punto lejano de las costas lo que dificultó su desarrollo hasta bien avanzado el siglo XX cuando, con el inusitado progreso de las comunicaciones aéreas, la capital aumentó su condición de centro político, cultural, económico y religioso del país.

Es también digno de admiración el tesonero empeño de los españoles en no abandonar por ningún motivo esa pequeña aldea perdida en los Andes y de difícil acceso terrestre desde los puertos marítimos, por ser la topografía del Nuevo Reino de Granada agreste e inhóspita. Su fundación fue tan importante para la Corona española que no dudó en elevar la Gobernación del Nuevo Reino de Granada a nivel de Virreinato, ante la necesidad estratégica de colocar en esta región de sus dominios americanos un jefe militar, con la categoría de capitán general, que atendiera desde Santa Fe cualquier amenaza a sus plazas fuertes del Atlántico y del Pacífico. La autoridad del virrey era tal que se desempeñaba como Gobernador en lo político, como Capitán General en lo militar, como Presidente de la Real Audiencia en lo judicial y como Superintendente de la Real Hacienda en lo administrativo. Por ello, la elevación del Nuevo Reino de Granada a la categoría de virreinato, con capital Santa Fe, confirmó el acierto de Don Gonzalo.

Durante la República ha habido varios descabellados intentos de privar a Bogotá de la designación de capital del país. Iniciada la época republicana con la creación constitucional de la República de Colombia en 1821, Bolívar pensó en construir una capital en la parte norte de la frontera con Venezuela que llevara el nombre de Las Casas en homenaje al Protector de los Indios, el Obispo de Chiapas Bartolomé de Las Casas. La iniciativa se malogró por diversos motivos y Bogotá mantuvo su categoría de capital de la nueva nación, que no era otra cosa que la reestructuración bajo el sistema republicano del primigenio Virreinato de Nueva Granada mediante la unión de Nueva Granada y Venezuela, sin mencionar a Ecuador porque era parte integrante del virreinato granadino.

Más tarde, el general Tomás Cipriano de Mosquera lanzó la idea de colocar la capital del país en Mariquita, propuesta que no prosperó, y después en la Convención de Rionegro, un participante, cuya identidad no consta en las actas, dijo que era conveniente trasladarla a la ciudad de Panamá. Algún convencionista contradictor comparó la forma de Colombia con un gallo en la que el Estado de Panamá era el cuello y afirmó que al colocar la capital del país en la ciudad de Panamá y producirse una separación quedaría despescuezado el gallo. La proposición no se discutió y la separación de Panamá en 1903 le dio la razón al convencionista de marras, cuya opinión debería recordarse y ser motivo de reflexión cuando se hable de regionalización o de creación de una nueva capital.

Hoy en día, Bogotá es indudablemente el corazón geopolítico del país con una fuerza centrífuga de irradiación sobre el territorio nacional y una fuerza centrípeta de atracción de las regiones sobre ese núcleo central. Ciudad con más de seis millones de habitantes, la capital de Colombia además de ser el centro político y religioso, se ha convertido en el primer núcleo industrial del país y en el principal mercado de intercambio de manufacturas, no sólo para los habitantes del Distrito Capital sino para los de los municipios de departamentos aledaños, haciendo de Bogotá un importante foco de intercambio que se amplía paulatinamente y que se va consolidando y aumentando con el desarrollo de otras ciudades.

Aún más, Bogotá es el corazón de toda la región, por haber sido el centro de la raza chibcha y de su expansión en la extensa área macrochibchana, la sede del Virreinato de la Nueva Granada, la capital de la República de Colombia desde su erección en 1821, y por su creciente importancia geopolítica en todos los órdenes. A su alrededor, el territorio de la república continuará expandiéndose hacia el sur, hacia el norte y hacia el oriente en un proceso de integración y consolidación que conformará un sólo Estado en la gran región habitada por la raza primigenia.

Tuesday, August 10, 2010

La conversión de los dialectos indígenas en idiomas

Apareció hace unas semanas en el periódico El Tiempo de Bogotá una corresponsalía de Pereira, aparentemente llamativa y simpática, que cuenta la labor que desarrolla un miembro de la etnia embera baudó, de 23 años de edad, en la traducción de la Biblia a su dialecto materno.

Admirable desde el punto de vista personal pero peligroso para la unidad nacional cuando, a no dudarlo, detrás de la elogiada labor cultural está una entidad religiosa interesada en captar adeptos dentro de nuestras tribus indígenas desarrollándoles idiomas propios y conectándolos directamente con su casa matriz en Estados Unidos de América sin importarle, como es lógico, nuestros intereses como nación.

Están a la orden del día los problemas geopolíticos que sufren España y otros países de Europa cuyas etnias minoritarias reclaman su condición de nación por tener idiomas propios. Algunos dirán que la 'pobre' etnia embera baudó no es capaz de desarrrollar un idioma de tal naturaleza y que tardaría muchos años en conseguirlo. Por algo se empieza, y cuando el Estado colombiano se dé cuenta del problema que esto conlleva para la unidad nacional ya será demasiado tarde. ¡No olvidemos que la traducción de la Biblia por Martín Lutero le dio cuerpo al idioma alemán!

La Iglesia Católica ante el reto de difundir su doctrina religiosa entre los indígenas estableció cátedras de chibcha en Santa Fe para el aprendizaje de esa lengua por los misioneros pues consideró que de esa manera se facilitaba su labor. Sin embargo, el esfuerzo fue en vano pues los aborígenes aprendieron rápidamente el castellano ya que la fonética chibcha era similar a la de la lengua de sus conquistadores pues tenía también cinco vocales. El chibcha desapareció, las escuelas fueron cerradas y el idioma de Castilla se impuso como lengua de la nueva nación dándole la tan necesaria unidad idiomática.

Es un craso error hablar con orgullo de la variedad de dialectos como riqueza cultural, y una debilidad geopolítica tener dos o más idiomas oficiales o populares en un país. Sin duda, la difusión del castellano entre los indígenas y la desaparición del chibcha fueron de gran trascendencia para Colombia dentro del punto de vista geopolítico. No sólo se evitó tener dos lenguas diferentes para los colombianos sino que nos quedamos con el castellano que, como lengua romance, está mejor estructurado que el chibcha.

Por lo tanto, es claro que el Estado colombiano debe defender a ultranza el idioma castellano de las organizaciones extranjeras que se dedican al estudio de los dialectos indígenas. Estas entidades no tienen ningún afecto ni menos responsabilidad con los países en donde adelantan su labor y, en el afán de lucirse en su pretendida labor científica o de catequizar a nuestros ciudadanos, van creando gramáticas para los dialectos indígenas que pueden llegar a ser base de una literatura propia y, por ende, a transformarlos en idiomas.

Ignoran el mal que le están haciendo a la nación colombiana los que favorecen y apoyan estas entidades foráneas. Lo que ellas hacen conlleva un peligro mayúsculo para la unidad nacional, porque en los pueblos nativos el concepto de tribu es totalmente ajeno al de patria común, y los indígenas en lugar de perfeccionar el castellano terminan aprendiendo el inglés de los extranjeros, que empleando traductores indígenas les desarrollan su dialecto y los mantienen alejados de la cultura nacional y por consiguiente de los demás colombianos.

Aún más, estos institutos son organizaciones religiosas camufladas de centros de estudios lingüísticos, con grandes recursos para adelantar acciones proselitistas de credos ajenos a la cultura nacional, y que, por lo tanto, atentan contra nuestra unidad nacional que se basa en el ideal de una sola raza, una sola religión y un solo idioma. Sus misioneros al hablar inglés alfabetizan e indoctrinan en su idioma, creándoles a nuestros indígenas una mentalidad ajena a nuestra cultura y una admiración por ellos, sus maestros, que además usan sus recursos económicos para apoyarlos y mantenerlos en las redes de sus sectas religiosas.

Es hora de que el Estado colombiano asuma directamente la responsabilidad de culturizar a nuestros indígenas e integrarlos a la nación colombiana, evitando que tan importante misión patriótica quede en manos de los extranjeros.

Sunday, July 11, 2010

Se conforma un nuevo orden político en Europa

Afirman quienes se dedican a estudiar el desenvolvimiento de las comunidades humanas, y a elaborar y confrontar estadísticas, que el mapa político del mundo cambia de manera sustantiva más o menos cada quinientos años. Quizás ahora ese tiempo pueda ser más corto por la aceleración que los medios modernos de comunicación y de transporte imprimen a la evolución y al desarrollo de los pueblos.

La reciente noticia aparecida en el periódico El Tiempo de Bogotá sobre la aprobación por el Tribunal Constitucional español de la mayor parte del Estatuto de Autonomía de Cataluña, y sobre la controversia que esto ha generado en España, da base para especular sobre si se inicia en Europa el colapso del sistema político de Estados Nacionales, producto del Renacimiento, y si va a ser reemplazado en ese continente por una federación de pequeños estados basados en las muchas étnias que se sometieron al dominio de los reyes y que ahora, especialmente las menos favorecidas, reclaman su soberanía. Además, hay ya muchos antecedentes con el rompimiento de Yugoslavia en varios estados independientes, con la partición de Checoslovaquia en República Checa y Eslovaquia, con la tambaleante unidad belga, con la separación de varias nacionalidades de la Unión Soviética, con la inconformidad de los habitantes del norte de Italia de su dependencia de Roma y con el ya tradicional deseo de autonomía de Cataluña, de Galicia y del llamado País Vasco en la Península Ibérica.

Primero, debemos dejar en claro qué es nación. La tercera acepción de la palabra en el Diccionario de la Real Academia Española es la que más se ajusta al concepto geopolítico cuando dice que nación es el conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común.

Aunque el fallo del Tribunal Constitucional español es todavía controvertido por no permitir a los catalanes el uso legal del término nación, podemos preguntarnos: ¿Será el fin de España como nación unitaria la existencia dentro de ella de otras nacionalidades que reclaman su reconocimiento como tal? Posiblemente sí, pues ya llegarán las otras comunidades autónomas que han estado desde hace mucho tiempo ambicionando esta calidad, a exigir que se materialicen sus aspiraciones. Y, dentro del ámbito europeo, otras etnias reclamarán lo mismo pues el ejemplo cunde.

La unidad de España se originó el 19 de octubre de 1469 con el matrimonio de los monarcas Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla y de León, quienes al realizar este enlace dieron origen, con la unión de sus reinos, a la España de hoy. La terminación de la guerra contra los árabes, la conquista y colonización de América y su activa participación en la política europea le dieron tanta importancia y unidad que el rey Felipe II, biznieto de los Reyes Católicos, fue el monarca más poderoso de su tiempo.

La dificultad para la unidad de Europa, que tantos estadistas de uno u otro país han intentado en varios momentos de su historia, reside en la multiplicidad de estados nacionales consolidados con un sentimiento de patria que los reyes y los gobernantes posteriores desarrollaron en sus súbditos cuando lograron su compactación. Las etnias que invadieron la península europea en diferentes períodos se asentaron en determinadas regiones, creando con el tiempo sentido de pertenencia al suelo de sus mayores. Pero, a pesar del crecimiento y de la expansión en cada país de la etnia principal, quedaron resentimientos de las que fueron sometidas y hoy afloran con el concepto de autonomía. Esas etnias, a la par del uso de un idioma nacional, desarrollaron el suyo con escritura y literatura propias que las identifica ante el mundo.

Sin embargo, la decadencia de los estados nacionales y la proliferación de pequeños estados independientes será favorable para Europa. La unidad no se logrará mientras existan los actuales estados nacionales pues, en el momento, tiene muchos centros de poder que defienden su soberanía y disputan la supremacía en las decisiones generales sin querer ceder en sus intereses particulares de país. Sólo se constituirá una gran nación, y por consiguiente un gran Estado, cuando se deshaga la unidad de los actuales países y las pequeñas nacionalidades que surjan del rompimiento se agrupen alrededor de un corazón nacional continental.

Friday, June 25, 2010

Las relaciones con los vecinos

Las relaciones diplomáticas con los países limítrofes son las más importantes y difíciles de un Estado porque siempre los tendrá al lado y nunca podrá desprenderse de su vecindad terrestre o marítima. Aún más, compartirá con ellos un destino común.

En el plano individual, una persona ante un vecino incómodo cambia de residencia, pero un país no puede trasladarse a otro lugar del planeta para librarse de los suyos. Los países limítrofes buscarán siempre los mismos intereses derivados de la proximidad territorial.

Bajo esta consideración, ningún Estado debe vivir en diferencias permanentes con los Estados fronterizos y menos llegar a enfrentamientos que hagan imposible la convivencia. Antes bien, deben mantenerse en armonía y en plan de cooperación mutua porque, en más de las veces, pertenecen a una misma región geopolítica con intereses comunes y pueden estar en la mira de potencias interesadas en su posición geográfica o en sus recursos naturales. Esta amistad es indispensable en el desarrollo del concepto de región geopolítica que es la base de la formación de potencias reales.

El principio de No Intervención, que hace parte de nuestra doctrina política internacional, nos obliga a no tomar partido en los problemas internos de nuestros vecinos y a exigir de ellos reciprocidad. Esta imparcialidad fomenta la buenas relaciones siguiendo la sentencia que nos enseña que, en la amistad, "mientras más lejos más cerca".

Por lo general, se dice que las relaciones diplomáticas o de gobierno son buenas cuando los dos países comparten una misma ideología política o cuando sus clases dirigentes tienen identidad en la visión del poder. Pero es definitivo saber si los habitantes de las naciones vecinas piensan lo mismo de nosotros. Ese conocimiento sí es crucial en nuestra recíproca amistad, que se basa principalmente en la interpretación de nuestras relaciones pasadas y en la manera como esa interpretación se haga llegar a todos los ciudadanos, especialmente a los niños, porque los hechos anteriores en que nuestros pueblos han participado mancomunadamente deben analizarse con la debida proyección histórica para facilitar la integración en una gran región geopolítica.

Somos dados a fomentar nuestro nacionalismo con el engrandecimiento de nuestros personajes notables elogiando desmedidamente sus cualidades y minimizando sus defectos, sobre todo, tratándose de la historia de la Guerra Magna y de la República de Colombia, llamada comúnmente ‘Gran Colombia’ para diferenciarla de la actual. Debemos tener en cuenta que las enemistades entre hermanos son más profundas que entre amigos o simples conocidos, por lo mismo que son más estrechas las relaciones de consanguinidad, y su rompimiento más doloroso por el mismo motivo. Por lo tanto, un Estado debe tener mucho tiento en este sentido.

Es cierto que toda nación debe enorgullecerse de los hechos positivos que han marcado su historia y de los personajes que los hicieron posibles, pero debe tener sindéresis en su exaltación para no caer en extremismos que la conduzcan a un chovinismo perjudicial en sus relaciones de Estado a Estado; sobre todo, en la amistad con los pueblos fronterizos, por tener con ellos, como en nuestro caso, identidad racial y cultural.

El apasionamiento político debe evitarse en el análisis histórico de nuestras relaciones internacionales para que la amistad de nuestras patrias se proyecte sin sombras en el porvenir. No de otra manera podrán nuestros descendientes hermanarse con nuestros vecinos para enfrentar con ellos los retos de la globalización que amenaza nuestra identidad colombiana, tan bien representada en los colores idénticos de nuestras banderas.

La historia común debe analizarse sin apasionamiento ya que los acontecimientos sucedidos no deben interrumpir nuestra tradicional hermandad ni ser motivo de enemistad permanente con nuestros vecinos. Nuestras relaciones no deben regirse por odios heredados. Sólo así seremos una sola nación.

Sunday, June 20, 2010

Fechas que dividen la historia

Hay fechas significativas que marcan la historia de un país o de la humanidad pues hacen ver las cosas de diferente manera. Tal es el ataque del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas de Nueva York, porque con este inesperado y doloroso acontecimiento, el pueblo americano y todos los habitantes del planeta cambiaron sustancial y definitivamente su manera de pensar y de ver su futuro. La historia de Estados Unidos de América, desde entonces, se divide en dos: antes y después de las Torres Gemelas.

Los colombianos podemos catalogar como fecha de este tipo la del ataque de las Fuerzas Militares y de la Policía colombianas al campamento del guerrillero de las FARC, alias Raúl Reyes, situado en tierra ecuatoriana a poca distancia de la frontera, porque en esa ocasión, nuestro Presidente tomó la inusitada decisión de atacar, sin consentimiento previo del Gobierno vecino, un campamento de sus connacionales alzados en armas, amparados por la complacencia de las autoridades ecuatorianas que dicen desconocían su existencia. En la guerra esto se denomina correr el riesgo calculado.

La determinación, que va en contravía de la tradicional política colombiana de aferrarse a la norma internacional en todas las circunstancias así se pierda la ocasión propicia de solucionar de un tajo un problema de envergadura, como la presencia del jefe guerrillero en las condiciones anotadas, es una decisión trascendental y oportuna que rompe nuestra historia en dos.

Dentro del punto de vista geopolítico, este acontecimiento es definitivo para el pueblo colombiano porque le cambia la percepción de las cosas ya que nunca había visto una determinación de su dirigencia tan atrevida en el campo internacional, así algunos puristas se rasguen las vestiduras y predigan tempestades. Colombia, con esta inusitada determinación, ha hecho tácita advertencia de que, de ahora en adelante, no le temblará el pulso para hacerse respetar y eso nos gusta a los colombianos, acostumbrados a una ancestral debilidad. La serena y prudente fortaleza debe ser nuestra norma de conducta ante los problemas que nos aquejan a diario, evitando, eso sí, caer en la fanfarronería por cualquier éxito que alcancemos en determinada actividad.

La colombianos hemos tenido una inveterada timidez de atrevernos porque en nuestra composición étnica, dos razas, la indígena y la negra, sufrieron penosa esclavitud de los españoles que las llevaron a desarrollar complejo de inferioridad que se manifiesta en muchos aspectos de la vida nacional. Nos da vergüenza ganar, sea en casa ajena o en la propia, y enseñamos a nuestros hijos a hablar en tono más bajo de lo normal. Actitud diferente a la de los estadounidenses que, al no gustarles perder, luchan denodadamente por obtener el triunfo y se disgustan sobremanera si notan que su contendor está dejándolos ganar. ¡Por eso son potencia mundial!

La justas deportivas son un campo apropiado para mostrar las fortalezas y las debilidades de una nación porque el comportamiento de los integrantes de los equipos en las competencias refleja el espíritu que la anima. El triunfo de nuestra delegación deportiva en los IX Juegos Suramericanos fue un buen comienzo del deseo de nuestros atletas y de nuestros deportistas de superar este complejo y de buscar con tesón el éxito en su disciplina.

El fútbol como deporte esencialmente popular mueve el entusiasmo y el interés de los colombianos y la Selección, en su composición étnica y en su comportamiento deportivo, es reflejo exacto de la nación. Dentro de este criterio, nada más diciente del cambio paulatino de nuestra actitud psicológica y sociológica que una columna del diario El Tiempo de Bogotá que informó que entrevistados varios jugadores de la Selección Colombiana de Fútbol dijeron que le pedirán a su nuevo Director Técnico desarrollar en el equipo espíritu ofensivo porque de lo contrario la Selección no tendría futuro. ¡Qué noticia tan importante dentro del punto de vista geopolítico! Sobre todo, cuando había hecho escuela entre nuestros jugadores de fútbol la desastrosa frase perder es ganar un poco, sentencia con que se buscaba justificar las derrotas. "En eso del 'toque toque' hay que evolucionar. No podemos quedarnos ahí. Hay que meterle contundencia y gol. Con 'Bolillo' espero que se pierda ese temor desde el banco, de ir a parársele de tú a tú a cualquier rival", dijo Pablo Armero, uno de los seleccionados.

Enseña la Psicología que los complejos se superan cuando la persona conoce su causa, y ya que sabemos la de nuestro complejo, busquemos eliminar de nuestra idiosincrasia esta debilidad, mediante el esfuerzo honesto y decidido en las competiciones de toda índole a que tengamos que asistir o en los problemas que tengamos que afrontar en nuestro discurrir por el camino de la historia. Sólo así dejaremos de contentarnos con triunfos morales y reforzaremos la autoestima tan necesaria en los niveles, personal y colectivo.

La actitud ganadora le hará mucho bien a Colombia y a nuestro deporte en particular cuando este espíritu se traslade a todas las actividades nacionales y dejemos de contentarnos con los socorridos triunfos morales. No quiero decir con esto que debamos obtener el éxito en todas las circunstancias porque existen personas más capacitadas que otras y naciones más desarrolladas y, por consiguiente, de mayor experiencia que la nuestra pero es importante sudar la camiseta y cambiar la actitud perdedora por la ganadora. Sólo así obtendremos una posición destacada en el concierto internacional.

Monday, June 7, 2010

El "inquilino"

Ignoro si los jefes de Estado o de Gobierno pagan arriendo por habitar las casas presidenciales, o las de primeros ministros en los sistemas parlamentarios, que los Estados les asignan para ejercer desde allí su función y vivir con su familia durante el período para el que han sido elegidos y en el que deben cumplir la tarea ejecutiva que al más alto nivel les asignan la Constitución o las leyes de los respectivos países.

Ha hecho carrera en el periodismo hablar del jefe del Estado como ‘el inquilino de…’, expresión que, además de no ajustarse a la acepción de inquilino, suena despectiva e impropia para referirse a un jefe de Estado o de Gobierno. Pero esta expresión es aún más grave cuando se usa en las páginas editoriales o por escritores de impacto en la opinión pública que tienen la obligación de orientar a la ciudadanía en el uso del idioma y en el respeto a las personas 'mayores en edad, dignidad y gobierno'.

A continuación transcribo la acepción de ‘inquilino’ del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.

inquilino, na.
(Del lat. inquilīnus).

1. m. y f. Persona que ha tomado una casa o parte de ella en alquiler para habitarla.
2. m. y f. Arrendatario, comúnmente de finca urbana.
3. m. y f. Chile. Persona que vive en una finca rústica en la cual se le da habitación y un trozo de terreno para que lo explote por su cuenta, con la obligación de trabajar en el mismo campo en beneficio del propietario.

No creo que un jefe de Estado o de Gobierno esté en estas circunstancias. Por lo tanto, sería plausible que los escritores y periodistas desecharan esta expresión que no se ajusta a la acepción de la palabra ‘inquilino’ y que deja un sabor de irrespeto y de desprecio a la alta dignidad de Jefe de Estado o de Gobierno.

La sociedad colombiana se queja de que la juventud no emplea buenas maneras en su comportamiento, pero si los mayores o los que tienen la oportunidad de enseñar con su ejemplo desde las tribunas públicas no lo hacen, nunca obtendremos resultados satisfactorios en este sentido.

Thursday, May 27, 2010

"200 años de Honor y Gloria"

Una valla con esta leyenda recuerda a los colombianos que su Ejército y, por extensión, sus Fuerzas Militares están sirviendo a la nación desde hace doscientos años.

En la mañana del lunes 23 de julio de 1810 en la Plaza Mayor de la ciudad, hoy Plaza de Bolívar, la Suprema Junta de Santa Fe proclamó su primer acto de gobierno en el que se encontraba, entre otras disposiciones, la creación del batallón de Guardias Nacionales, prístina unidad del Ejército Nacional. Fue esta la medida más significativa para la nación colombiana desde el punto de vista de su Seguridad puesto que, con gran sabiduría, el nuevo Gobierno pensó, desde un principio, en la defensa de la soberanía y de las instituciones patrias que la Junta representaba en ese momento.

Desde entonces y en cumplimiento de normas constitucionales, las Fuerzas Militares han participado en la Guerra de Independencia; en la defensa de la soberanía nacional en sendas guerras con Perú (1828-29), con Ecuador (1863) y con Perú (1932); en el mantenimiento del orden interno; y ante toda clase de catástrofes, en colaboración con otras entidades del Estado. Honrando nuestros compromisos internacionales, se han hecho presentes en la Guerra de Corea y, como parte integrante de la Fuerza Multinacional de Paz y Observadores de las Naciones Unidas, en la Península de Sinaí.

Si recordamos los hechos que dieron origen a la Independencia, podemos apreciar la premeditación de quienes los realizaron, por la secuencia lógica de los acontecimientos sucedidos: La fecha y la hora escogidas, viernes 20 de Julio, día de mercado, a las once y media de la mañana en que la actividad comercial estaba en pleno apogeo por la afluencia de marchantes y de gentes de los barrios populares convocados por el patriota José María Carbonell; el sitio de la trifulca, que dio origen al motín, en la tienda del comerciante español José González Llorente (hoy Casa del Florero); la escogencia de los dos personajes que le iban a hacer al dueño del almacén la extraña propuesta, para sacarlo de quicio, de prestarles un florero para adornar la mesa del banquete que le iban a ofrecer al Comisionado Regio, capitán de fragata de la Real Armada Antonio Villavicencio, un criollo quiteño cuyas actuaciones en Cartagena, favorables a los americanos, tenían disgustados a los españoles; y las palabras que le atribuyeron los dos insurgentes al español. Es importante aclarar, en beneficio de la verdad histórica, que González Llorente era una buena persona y muy caritativo, ya que hacía parte de instituciones de beneficencia como la Junta Directiva del hospital San Juan de Dios, y que si pronunció las ofensas a los americanos que dicen, ellas no son extrañas en un español en estado de acaloramiento.

En el amanecer del sábado, después de que el coronel Juan Sámano, Comandante del batallón Auxiliar, juró su acatamiento a la Junta Suprema del Nuevo Reino de Granada que había sido nombrada como resultado de los acontecimientos sucedidos durante la noche, los actores de la asonada se fueron a dormir, con un ojo abierto, hasta el domingo, en que se dedicaron a discutir las medidas más urgentes para organizar el Gobierno. Y ante el temor de una reacción española apoyada por el batallón Auxiliar y de las crecientes y tumultuarias exigencias del pueblo, embriagado de libertad, que podían degenerar en sangrientos desórdenes decidieron la creación de un batallón que se llamaría de Guardias Nacionales. La misión que cumpliría esta pequeña y novel unidad militar era la que desde entonces han venido y seguirán cumpliendo las Fuerzas Militares al servicio de Colombia y por mandato de la nación.

Así pues, el lunes 23 de Julio de 1810, en la Plaza Mayor de Santa Fe, en la hoy Bogotá, corazón nacional, y por decisión del Gobierno surgido del movimiento independiente del 20 de Julio, el pregonero del bando anunció la creación del batallón de Guardias Nacionales para defender la Independencia Nacional y las Instituciones Patrias. Nada más honroso que este discreto, diciente y legítimo nacimiento de nuestras Fuerzas Militares.

Saturday, May 15, 2010

La razón de ser de unas Fuerzas Militares

La existencia de las Fuerzas Militares de una nación, o del Ejército como comunmente se les denomina, ha sido motivo de discusión en muchos países porque los costos de crearlas y, sobre todo, de mantenerlas en capacidad combativa son elevados y pueden exceder muchas veces su capacidad económica. Esta carencia de recursos es aún más notoria en países como el nuestro, que pertenecen a la categoría de los subdesarrollados porque necesitan de préstamos para adelantar obras de infraestructura y algunas veces para apuntalar el presupuesto de funcionamiento.

Aún en estas circunstancias, las Fuerzas Militares deben existir porque la defensa en los órdenes interno y externo no se improvisa y tiene que asegurarse con elementos propios pues confiarla a países protectores es colocarla en entredicho y renunciar a la soberanía.

La defensa del orden interno está confiada a la Policía y a los organismos de seguridad del Estado, pero cuando se encuentra alterado de tal manera que son incapaces de mantenerlo, el Gobierno está en la obligación constitucional de restaurarlo mediante el empleo de las Fuerzas Militares. Esto ha sucedido en todos los países y en todas las épocas.

En cuanto a la defensa exterior, todos los países, sin excepción, deben estar preparados para una agresión porque las circunstancias políticas internacionales pueden cambiar de un momento a otro y la formación y preparación de un organismo militar no se pueden improvisar para atender una emergencia, ya que la capacitación de los mandos y el entrenamiento de las tropas toma mucho tiempo.

La preparación de los oficiales requiere especial atención por su labor profesional de dirigir hombres en circunstancias difíciles. Por eso, se ha impuesto su profesionalización para que estén capacitados permanentemente no sólo para cumplir su cometido en su grado y en su cargo sino habilitados para asumir las responsabilidades superiores que en la guerra son inmediatas.

Tan importante y tan demorada es la capacitación de los cuadros de mando que Alemania, limitada por el Tratado de Versalles a no tener un ejército de más de cien mil efectivos, les dio a todos sus miembros preparación de oficiales, de tal manera que cuando, fortalecida, desconoció el humillante tratado y llamó a las armas a dos millones de hombres, tuvo los comandantes suficientes para dirigirlos, ahorrándose mucho tiempo en su organización y evitando la reacción de los que habían sido vencedores en la Gran Guerra.

El entrenamiento de las tropas tampoco se puede hacer a la ligera porque cualquier vacío en su preparación resalta protuberantemente en la guerra, pero sobre todo en el combate cuando ya es imposible de llenar. Este entrenamiento que no es sólo físico sino mental para enfrentar los problemas psicológicos de la lucha, requiere un período de adaptación más o menos largo que incluye, además, variados conocimientos de armas y de elementos para las operaciones que no se aprenden de la noche a la mañana y que deben automatizarse, como por ejemplo, el manejo de las armas en la oscuridad. Tropas sin el debido entrenamiento no tienen seguridad ni fortaleza psicológica en el combate y son proclives a la derrota. Por ello, no se puede adelantar una guerra con milicias o con reclutas, y nuestra historia está plagada de ejemplos para demostrarlo.

Las Fuerzas Militares son un instrumento de las políticas interna y externa de un Estado que en Colombia deben ser empleadas por el Presidente de la República, constitucionalmente su Comandante en Jefe, según las necesidades y las capacidades del país, y de acuerdo con su criterio pues la responsabilidad en este sentido es enteramente suya. Deben existir y no pueden desmontarse según el capricho de un gobernante porque se ponen en riesgo la seguridad externa e interna de la Nación. Por eso su existencia está ordenada por la Constitución Política de los países que quieren tenerlas y bien vale la pena el sacrificio económico que conlleva su existencia.

Tuesday, May 11, 2010

El porqué de un ‘coqueteo’ en el Mercosur

El avance de la colonización portuguesa sobre las posesiones españolas en dirección del Río de la Plata, obligó a España a crear, en 1776, el Virreinato del Río de la Plata con capital Buenos Aires.

Desde entonces empezó el forcejeo geopolítico de los dos Estados que generó la fórmula transaccional que creó al Uruguay como Estado Tapón entre las presiones geopolíticas de las dos naciones. Esta solución frenó la proyección de Brasil sobre el estuario del Plata y colocó una nación hispanoamericana entre las ambiciones de las dos incipientes potencias.

Las recíprocas presiones geopolíticas entre los dos países continuaron en el Siglo XIX, pero Argentina cometió el error de aliarse con Brasil y con Uruguay en contra de Paraguay, a cuyo presidente tildaban sus vecinos de Dictador y lo consideraban su enemigo. En esta famosa Guerra de la Triple Alianza, los vencedores apabullaron a Paraguay y de su derrota el único beneficiado fue Brasil que aumentó su territorio a costa del vencido y emergió como potencia suramericana.

La rivalidad geopolítica entre Brasil y Argentina continuó, pero en esta carrera se impuso Brasil por el peso numérico de su población, distribuida a lo largo de su costa atlántica y con proyección hacia el interior de su territorio, frente a la escasa de su vecino cuya mayor parte se concentra en el área metropolitana de Buenos Aires y zonas aledañas presentando un vacío poblacional hacia el centro y sur del país. Esta debilidad obligó a Argentina a ceder a Brasil la hegemonía que le había disputado desde la época colonial.

En la constitución del Mercosur, Argentina ha quedado en inferioridad de condiciones frente a Brasil. Por ello, el interés de la nación austral de apoyar el ingreso de Venezuela con quien desea crear una alianza en el interior del grupo que equilibre las cargas.

Y como la nación bolivariana también tiene interés de pertenecer a la organización porque el Presidente Chávez desea tener aliados estratégicos, ideológicamente afines, en su enfrentamiento con Estados Unidos, este ‘coqueteo’ los favorece a los dos y también al Mercosur, ya que el ingreso de Venezuela, país de grandes recursos naturales, lo fortalece y lo proyecta hacia el Norte y sobre el Caribe, haciéndolo más viable geopolíticamente.

Thursday, April 29, 2010

Los TLC con las potencias

Mucho se habla de la oposición de la Cámara de Representantes de Estados Unidos a la consideración del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre ese país y Colombia, y sobre todo de la actitud y de las exigencias humillantes de la mayoría demócrata en ese cuerpo legislativo para darle su voto favorable. Pero los ciudadanos del común no entendemos por qué tanta insistencia de nuestro Gobierno en su negociación a como dé lugar, a pesar de que el tratado ya ha sido aprobado por nuestro congreso.

Un tratado comercial es sólo un convenio bilateral para el intercambio de productos entre dos países y en ningún caso un documento que pueda ser aprovechado por una contraparte, por más potente que sea, para imponer normas a la otra. Estados Unidos indudablemente será el beneficiado con su aprobación y vigencia porque tiene una mayor capacidad industrial y agrícola, y con seguridad avasallará económicamente a un país débil como el nuestro. Además, será el más favorecido porque necesita mercados para incentivar su economía y ello es el fundamento de la frustrada Iniciativa para las Américas que se reemplazó por los TLC bilaterales con los países americanos.

Todos sabemos que el tratado es inmensamente favorable a Estados Unidos pues le representa más de mil millones netos de dólares en la Balanza Comercial, pero los sindicatos estadounidenses se oponen vehementemente hasta a su mera consideración por parte de la Cámara de Representantes, posición que los demócratas no se atreven a contrariar porque aprecian en alto grado su fuerza electoral dentro del partido.

También se dice que su firma por Colombia fue la contraprestación exigida para la vigencia del Plan Colombia. Ahora bien, si a Colombia no le conviene y Estados Unidos no quiere firmarlo ¿por qué tanta insistencia de nuestro Gobierno en la aprobación de la contraparte? Este es un interrogante que golpea la mente de los colombianos.

¿Qué intereses tan importantes para el país obligan a que se antepongan a la dignidad nacional? Y digo dignidad porque cuando una persona o una entidad está interesada en un negocio y la contraparte la rechaza como inconveniente o le impone condiciones aberrantes, lo digno es no insistir. Aceptarlo, es colocarse de entrada en situación de inferioridad en el trato.

En estas circunstancias, ciertamente falta una amplia y clara explicación del Ejecutivo nacional a los colombianos sobre la indispensable necesidad para nuestro país de ese compromiso, ya que la nación colombiana se encuentra perpleja ante esta denigrante situación.

Tuesday, April 20, 2010

La mestización racial de los desplazados

El desarraigo de las comunidades negras de su hábitat por el fenómeno de la violencia es un grave problema nacional que conmueve las fibras sentimentales de los colombianos al ver a miles de nuestros conciudadanos pidiendo limosna en las calles de Bogotá y de otras ciudades para cubrir sus necesidades básicas, sin con ello negar que el Estado lo haya tratado de solucionar en parte con el suministro de apoyo económico, las entidades particulares se hayan hecho presentes con importantes donaciones y muchos ciudadanos colaborado en la atención de estos desprotegidos.

Pero con todos los inconvenientes que tiene el problema del desarraigo de esta población negra, un aspecto positivo que pasa desapercibido al común de los colombianos es su integración a la comunidad nacional. Venida de zonas marginadas a donde no llega la acción del Estado, sea por muy escasa o porque algunos avivatos se lucran con ella, su triste condición se hace notoria y golpea el alma de sus compatriotas que ven la necesidad de buscar una solución a un problema tan grande y tan grave, y que además desconocen por lo lejano.

Una sociedad está obligada a aceptar la realidad de los acontecimientos adversos, tratando de subsanar de la mejor manera sus secuelas, y aunque las obras de seres imperfectos, como los humanos, no son totalmente buenas, lo que consideramos malo siempre tiene algo de bueno.

En este caso, el desplazamiento viene acompañado de mestizaje, y eso es bueno. La mestización racial es indispensable porque no puede haber una recia nacionalidad colombiana mientras existan sectores marginados de la población por exclusión étnica.

Bogotá, como corazón nacional, es el lógico centro de atracción de todos los colombianos y, por consiguiente, escenario importante de nuestra consolidación racial. Hacia esta ciudad, especialmente, confluyen los marginados de todas las tipificaciones y por todas las causas. Por eso, el fenómeno de los desplazados, aun en las condiciones denigrantes, por lo infrahumanas, en que vive este segmento de nuestra población, aunque doloroso, es favorable para la integración racial de Colombia.

Monday, April 12, 2010

El Tapón del Darién

El Gobierno colombiano tiene interés en la construcción de la vía terrestre hacia la frontera con Panamá para que nuestro vecino haga el tramo correspondiente y así se complete la Carretera Panamericana.

Sin embargo, las precipitaciones pluviales que inundan las numerosas playas, manglares y valles boscosos de la región contribuyen a la conformación de un poderoso obstáculo natural de gran envergadura. Superar ese escollo físico, llamado Tapón del Darién y conformado por las serranías del Darién y del Sapo y por la Cordillera de Juradó, ha sido un sueño de muchas generaciones de colombianos que hasta ahora han visto frustradas sus esperanzas.

Aun cuando esta obra ha sido una permanente ambición nacional, no se ha podido realizar por lo accidentado de la zona que debe atravesar una carretera que requiere para su construcción una avanzada tecnología y por consiguiente una cuantiosa inversión. A este obstáculo se suma la existencia en el sector del Parque Nacional de los Catíos, una riqueza ecológica de extraordinario valor que sin duda debe preservarse, y la simple mención de la realización de la obra hace poner el 'grito en el cielo' a los ecologistas colombianos y de todo el mundo, situación que es aprovechada por los interesados en que no se lleve a cabo.

No hace mucho tiempo ese interés se materializaba en la declaración de esta zona como 'cordón sanitario' contra la Fiebre Aftosa, para que Colombia, supuestamente, no contaminara el subcontinente norteamericano. Pero hay determinadas obras que son indispensables y que como el Canal de Panamá se pueden construir teniendo en cuenta consideraciones ecológicas que hoy siguen siendo importantes en su conservación y en su ampliación.

El Gobierno colombiano ha buscado una solución alterna que reemplace la vía terrestre por un sistema marítimo, lo que implica el establecimiento de un transbordador para evitar el obstáculo geográfico terrestre. Pero esa solución intermedia no puede ser la definitiva pues la vía terrestre es irreemplazable y la marítima presenta muchos inconvenientes.

Toda obra humana tiene aspectos positivos y negativos, pero el Tapón del Darién puede ser superado con una Carretera Panamericana que se complete con el menor impacto ambiental, sin olvidar que la construcción de una vía terrestre que permita nuestra comunicación con el Norte y el pleno ejercicio de la soberanía en este territorio es un imperativo geopolítico para la nación colombiana.

El análisis de las ventajas y de las desventajas en su trazado es sólo una de las fases del planeamiento. Como la ingeniería es la ciencia de la superación de los obstáculos por más difíciles que estos sean, dejémosles a los ingenieros la resolución del problema en las más favorables condiciones para el país, pues la construcción de la carretera es definitivamente indispensable.

Monday, April 5, 2010

La Gran Colombia

Los colombianos, los venezolanos y los ecuatorianos nos referimos con este apelativo a la República de Colombia creada por el Congreso de Angostura el 17 de diciembre de 1819 y ratificada por el Congreso Constituyente reunido en la Villa del Rosario de Cúcuta en 1821. La conformaron dos antiguas divisiones administrativas españolas, el Virreinato de la Nueva Granada y la Capitanía General de Venezuela. No se mencionó a Ecuador porque su territorio, con el nombre de Presidencia de Quito, era parte integrante del Virreinato de Nueva Granada.

Colombia fue el sueño del Precursor de la Independencia Americana Francisco Miranda hecho realidad por el Libertador Simón Bolívar. Esta unión fue la restauración bajo una organización republicana del primigenio Virreinato de la Nueva Granada fundado en 1717 y que, aunque suprimido más tarde, fue restablecido en 1739. De esa organización fueron segregados los territorios que formaron la Capitanía General de Venezuela, pero con la Reconquista Española fueron restablecidos nuevamente el Virreinato y la Capitanía hasta 1819 y 1821, respectivamente, cuando sus territorios fueron liberados definitivamente por los triunfos de Boyacá y de Carabobo, y consolidada su Independencia con la batalla naval de Maracaibo.

La primera gran división de la América española fue en dos virreinatos: de Nueva España (1535) y del Perú (1542) con sus respectivas capitales en Méjico y en Lima. Cerca de doscientos años más tarde fue creado, como se ha dicho, el de Nueva Granada dejando como su centro político-administrativo a Santa Fe, hoy Bogotá, y en 1776 el del Río de la Plata con capital Buenos Aires.

La razón de la creación del Virreinato de Nueva Granada fue la necesidad de que un alto jefe militar, con la categoría de capitán general que tenían los virreyes, atendiera los problemas de índole castrense en el Caribe, cuyos puertos y posesiones españolas estaban amenazados por las potencias europeas enemigas de España que querían impedir su comercio con las colonias. Sin embargo, es importante resaltar que la sede del virrey no se estableció en ninguna ciudad de la Costa Atlántica sino en Santa Fe en donde la Corona Española, desde un primer momento, consideró que se encontraba el centro geopolítico por excelencia de esta región de su imperio.

El Libertador Simón Bolívar, por la necesidad estratégica de consolidar la Independencia de Colombia ante la amenaza que representaba el poderoso Virreinato del Perú, marchó al sur y logró su objetivo con el triunfo de Ayacucho, pero no regresó a Colombia, necesitada de sus luces y de su prestigio. Se quedó en Lima en donde trató de desarrollar su sueño hispanoamericano. Cuando regresó, ya estaba avanzada su desintegración, que se dio a pesar de todos sus esfuerzos.

Monday, March 29, 2010

¡Colombia, Campeón de los IX Juegos Suramericanos!

¡Qué noticia tan espectacular y tan agradable! Por fin somos campeones y nada menos que de unos juegos suramericanos en que se hicieron presentes dos potencias deportivas de nuestro subcontinente que tienen numerosos atletas, deportistas y equipos de talla olímpica y mundial. Y fuimos capaces de enfrentarnos a la compleja organización de unos juegos que requieren capacidad económica, conocimiento técnico y dedicación total e inteligente en su preparación y en su realización porque no se debe dejar escapar ningún detalle, por pequeño que sea, que pueda ser protuberante en la realización de la justa. Siempre sucede así en los momentos difíciles o culminantes. Medellín, los dirigentes deportivos de Antioquia y los dos mil trescientos voluntarios antioqueños que llevaron sobre sus hombros la responsabilidad merecen Medalla de Oro porque su desempeño fue, desde todo punto de vista, sobresaliente.

El deporte y el atletismo se constituyen en competencia pacífica entre individuos y delegaciones que a nivel internacional convierten las justas en verdaderas luchas entre las naciones para mostrar la bondad de su sistema político o su superioridad, cuando son antagónicas. Pero no sólo esta rivalidad se muestra entre potencias sino también entre países pequeños cuyos problemas recíprocos afloran con el calor de la competencia como sucedió en la pasada centuria con un partido de fútbol entre Honduras y El Salvador que desembocó en una guerra. Es agradable triunfar en las competencias y hay que luchar para vencer en la sana emulación pero el resultado debe ser el aumento de la hermandad entre los pueblos. Hay que tener presente la enseñanza que nos dejaron los antiguos griegos cuando cada cuatro años deponían sus armas y suspendían sus luchas intestinas para acudir a Olimpia a adelantar las competencias atléticas.

La participación colombiana a nivel internacional ha dejado siempre un sabor amargo porque ha frustrado nuestras esperanzas, aumentando el complejo de inferioridad racial que nos acompaña y que tratamos de superar negándolo y descargando la culpa en otros múltiples factores. Aliviamos con esto la conciencia colectiva del fracaso.

Esta vez nos superamos y supimos imponernos en una actividad que requiere inteligencia, capacidad física y emocional, preparación, esfuerzo individual y colectivo, y coordinación en los deportes y en las pruebas atléticas por equipos. Y digo nos porque una delegación, en cualquier actividad, representa a la nación que se siente identificada en sus triunfos y en sus derrotas. Sobre todo, en unos juegos en que están presentes todos los estamentos sociales y, en especial, la nueva raza colombiana integrada por los tres componentes de nuestro mestizaje que aportan sus capacidades intelectuales, físicas y emocionales al nuevo hombre colombiano que cada día debe sentirse más orgulloso de su torrente sanguíneo.

¡Loor a nuestros atletas y deportistas, y a los antioqueños que supieron entregarnos ese honor y esa gran satisfacción!

Wednesday, March 24, 2010

La UNASUR, una orquesta dirigida por Brasil

Mucho se ha hablado de la Unión de Naciones Suramericanas, una reunión de presidentes del subcontinente que sirve los intereses de Brasil y en la que varios mandatarios de izquierda creen tener un foro de propagación de sus ideas políticas, sin darse cuenta que esta organización es la plataforma de los intereses geopolíticos del gigante suramericano, cuyo presidente de turno es el director de la orquesta, como el Presidente Lula da Silva lo demuestra y los medios de comunicación lo destacan.

Se hace especialmente notorio en este foro el Presidente de Venezuela Hugo Chávez quien ingenuamente cree que, abanderando las ideas políticas de Fidel Castro mimetizadas en un llamado bolivarianismo, las impondrá en los países que forman esta organización, olvidando que, fuera de Venezuela, Colombia y Ecuador y quizás Bolivia, las demás naciones ignoran adrede al prohombre venezolano cuyas ideas políticas vieron en ese entonces con alarma.

La principal idea bolivariana y única que pudo llevar a la práctica el Libertador fue la reconstrucción, bajo la organización republicana, del primigenio Virreinato de la Nueva Granada, mediante la unión de Venezuela y de la Nueva Granada bajo el nombre de República de Colombia. No se mencionó en este pacto de integración a Ecuador porque había sido del virreinato granadino durante la época colonial y la Nueva Granada lo consideraba parte integrante de su territorio. Fue este gran y efímero país la realización del sueño del Precursor de la Independencia Americana, Francisco Miranda. Pero Bolívar, con su sed de espacio, en vez de regresar a Colombia después de Ayacucho se quedó en Lima desde donde desarrolló su política de Unión, Liga y Confederación Americana que no tuvo resultados positivos. En cambio, abandonó a Colombia a la que regresó cuando ya soplaban los vientos de su disolución. Total que, ¿cual puede ser la aceptación de las llamadas ideas bolivarianas en el área sanmartiniana que empieza en Perú y menos en Brasil en donde Bolívar pensó intervenir para hacerla una república? ¿Cree el señor Presidente Chávez que Brasil va a entrar en la órbita bolivariana que pretende liderar? ¿U olvida la reacción del Congreso del Brasil a su intento de intervención en la política brasileña o el tratamiento de peón de brega que le dio el Presidente Lula en Bariloche?

La única nación suramericana que tiene vocación imperial y fue imperio en el Siglo XIX es Brasil. Su inmenso territorio y su creciente poderío, respaldados por una hábil diplomacia, le permiten aspirar a absorber a las naciones del subcontinente americano para hacer de Suramérica una sola nación con capital Brasilia. De ahí su interés en que Colombia entrara a UNASUR pues no podía permitir que estuviera por fuera del redil y no se pudiera cumplir la aspiración de Pedro II, Emperador de Brasil, de llegar hasta Panamá. Es importante recordar su política expansionista en Suramérica, cuya principal víctima fue Paraguay, y su disputa con Argentina por la primacía en la que los gauchos quedaron tendidos en la lona.

Después de tantas conmociones internas y de varias dictaduras durante el siglo pasado, la clase dirigente de Brasil ha hecho un pacto social y político con la izquierda para enrumbar el país hacia la meta de ser una potencia mundial y el Presidente Lula da Silva ha cumplido bien su cometido como director de turno de esta estrategia. Pero Brasil, como todo país, tiene sus debilidades geopolíticas y esta, en su caso, ¡quién lo creyera!, es la posesión de la Amazonia, pulmón de la tierra que debe preservarse intacta para su equilibrio ecológico y por consiguiente para la supervivencia de la humanidad. Su destrucción que la convertiría en un desierto sería un desastre de incalculables consecuencias. Es por esto que el mundo científico se ha opuesto a la construcción de carreteras y de agrovillas en la selva conque Brasil ha intentado su colonización para tomar posesión real de su inmenso territorio. La internacionalización de la Amazonia echaría por tierra su plan geopolítico de convertirse en un solo país suramericano que tendría salidas al Pacífico y al Caribe, en lugar de ser una nación que sólo mira al Atlántico sur y al continente africano.

Brasil, con su hábil diplomacia, ha logrado que Estados Unidos, lo considere su mayordomo en Suramérica mientras está atendiendo problemas en otras regiones del globo. El Presidente Nixon decía que lo que pensara Brasil debía tomarse como pauta de lo que pensaban los demás países del área. En efecto, Brasil ha sido árbitro en los litigios de límites y en otros problemas que se han suscitado en Suramérica. Es digno de tener en cuenta que en la conferencia de Guayaquil convocada para discutir la Iniciativa de las Américas del Presidente George W, Bush hubo dos presidentes de la reunión: Estados Unidos y Brasil que se arroga la vocería de las naciones hispanoamericanas del continente sin que ninguna de estas se la dipute o proteste.

Este aceptado liderazgo de la única nación de origen lusitano en América sobre las naciones de habla española le ha permitido intentar disputar a Estados Unidos su supremacía en el continente, constituyéndose en el ‘director de orquesta’ de los países hispanoamericanos y de Belize, Guyana y Haití en el llamado Grupo de Río, antagónico de la OEA, y en la UNASUR, plataforma de lanzamiento de su proyecto expansionista en Suramérica.

Brasil ve con preocupación el tratado de uso de algunas de las bases aéreas militares colombianas por parte de Estados Unidos porque teme con este hecho la disminución de su influencia en Suramérica y, también, la no descartable declaración de la Amazonia como ‘zona internacional’ de propiedad de la humanidad, protegida por las potencias que adelantarían en ella investigación científica de muy alto nivel. Dentro de esta problemática se desenvuelve la llamada UNASUR.

Colombia no debe dirigir el esfuerzo principal de su política internacional hacia el sur del continente. Afortunadamente la mayor parte de su terrritorio se encuentra en el hemisferio norte y es en esa dirección hacia donde debe orientarlo porque la naturaleza ha puesto una barrera selvática a su espalda y la geografía es destino, como dijera Napoleón. No quiere decir esto que renuncie a su derecho a las vías fluviales suramericanas en aplicación de la doctrina de los ríos comunes. Es de forzosa obligatoriedad mantener excelentes relaciones con los gobiernos y con las naciones vecinas, siempre y cuando no interfieran en su política interna. Además, debe tener presente que en un mundo globalizado es casi imprescindible entablar y mantener relaciones diplomáticas con todas la naciones pues los intereses económicos tienen una sorprendente dinámica.

Pero debe evitar comprometerse en acuerdos que a la larga atenten contra su soberanía y contra su existencia como Estado independiente pues es su deber con las generaciones colombianas futuras entregarles una patria libre de ataduras. No se pueden aceptar todas las invitaciones a formar parte de alianzas inconvenientes porque después es muy difícil salirse de ellas o hay que hacerlo con disgustos que se habrían podido evitar con un categórico NO.