Thursday, April 29, 2010

Los TLC con las potencias

Mucho se habla de la oposición de la Cámara de Representantes de Estados Unidos a la consideración del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre ese país y Colombia, y sobre todo de la actitud y de las exigencias humillantes de la mayoría demócrata en ese cuerpo legislativo para darle su voto favorable. Pero los ciudadanos del común no entendemos por qué tanta insistencia de nuestro Gobierno en su negociación a como dé lugar, a pesar de que el tratado ya ha sido aprobado por nuestro congreso.

Un tratado comercial es sólo un convenio bilateral para el intercambio de productos entre dos países y en ningún caso un documento que pueda ser aprovechado por una contraparte, por más potente que sea, para imponer normas a la otra. Estados Unidos indudablemente será el beneficiado con su aprobación y vigencia porque tiene una mayor capacidad industrial y agrícola, y con seguridad avasallará económicamente a un país débil como el nuestro. Además, será el más favorecido porque necesita mercados para incentivar su economía y ello es el fundamento de la frustrada Iniciativa para las Américas que se reemplazó por los TLC bilaterales con los países americanos.

Todos sabemos que el tratado es inmensamente favorable a Estados Unidos pues le representa más de mil millones netos de dólares en la Balanza Comercial, pero los sindicatos estadounidenses se oponen vehementemente hasta a su mera consideración por parte de la Cámara de Representantes, posición que los demócratas no se atreven a contrariar porque aprecian en alto grado su fuerza electoral dentro del partido.

También se dice que su firma por Colombia fue la contraprestación exigida para la vigencia del Plan Colombia. Ahora bien, si a Colombia no le conviene y Estados Unidos no quiere firmarlo ¿por qué tanta insistencia de nuestro Gobierno en la aprobación de la contraparte? Este es un interrogante que golpea la mente de los colombianos.

¿Qué intereses tan importantes para el país obligan a que se antepongan a la dignidad nacional? Y digo dignidad porque cuando una persona o una entidad está interesada en un negocio y la contraparte la rechaza como inconveniente o le impone condiciones aberrantes, lo digno es no insistir. Aceptarlo, es colocarse de entrada en situación de inferioridad en el trato.

En estas circunstancias, ciertamente falta una amplia y clara explicación del Ejecutivo nacional a los colombianos sobre la indispensable necesidad para nuestro país de ese compromiso, ya que la nación colombiana se encuentra perpleja ante esta denigrante situación.

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