Sunday, June 20, 2010

Fechas que dividen la historia

Hay fechas significativas que marcan la historia de un país o de la humanidad pues hacen ver las cosas de diferente manera. Tal es el ataque del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas de Nueva York, porque con este inesperado y doloroso acontecimiento, el pueblo americano y todos los habitantes del planeta cambiaron sustancial y definitivamente su manera de pensar y de ver su futuro. La historia de Estados Unidos de América, desde entonces, se divide en dos: antes y después de las Torres Gemelas.

Los colombianos podemos catalogar como fecha de este tipo la del ataque de las Fuerzas Militares y de la Policía colombianas al campamento del guerrillero de las FARC, alias Raúl Reyes, situado en tierra ecuatoriana a poca distancia de la frontera, porque en esa ocasión, nuestro Presidente tomó la inusitada decisión de atacar, sin consentimiento previo del Gobierno vecino, un campamento de sus connacionales alzados en armas, amparados por la complacencia de las autoridades ecuatorianas que dicen desconocían su existencia. En la guerra esto se denomina correr el riesgo calculado.

La determinación, que va en contravía de la tradicional política colombiana de aferrarse a la norma internacional en todas las circunstancias así se pierda la ocasión propicia de solucionar de un tajo un problema de envergadura, como la presencia del jefe guerrillero en las condiciones anotadas, es una decisión trascendental y oportuna que rompe nuestra historia en dos.

Dentro del punto de vista geopolítico, este acontecimiento es definitivo para el pueblo colombiano porque le cambia la percepción de las cosas ya que nunca había visto una determinación de su dirigencia tan atrevida en el campo internacional, así algunos puristas se rasguen las vestiduras y predigan tempestades. Colombia, con esta inusitada determinación, ha hecho tácita advertencia de que, de ahora en adelante, no le temblará el pulso para hacerse respetar y eso nos gusta a los colombianos, acostumbrados a una ancestral debilidad. La serena y prudente fortaleza debe ser nuestra norma de conducta ante los problemas que nos aquejan a diario, evitando, eso sí, caer en la fanfarronería por cualquier éxito que alcancemos en determinada actividad.

La colombianos hemos tenido una inveterada timidez de atrevernos porque en nuestra composición étnica, dos razas, la indígena y la negra, sufrieron penosa esclavitud de los españoles que las llevaron a desarrollar complejo de inferioridad que se manifiesta en muchos aspectos de la vida nacional. Nos da vergüenza ganar, sea en casa ajena o en la propia, y enseñamos a nuestros hijos a hablar en tono más bajo de lo normal. Actitud diferente a la de los estadounidenses que, al no gustarles perder, luchan denodadamente por obtener el triunfo y se disgustan sobremanera si notan que su contendor está dejándolos ganar. ¡Por eso son potencia mundial!

La justas deportivas son un campo apropiado para mostrar las fortalezas y las debilidades de una nación porque el comportamiento de los integrantes de los equipos en las competencias refleja el espíritu que la anima. El triunfo de nuestra delegación deportiva en los IX Juegos Suramericanos fue un buen comienzo del deseo de nuestros atletas y de nuestros deportistas de superar este complejo y de buscar con tesón el éxito en su disciplina.

El fútbol como deporte esencialmente popular mueve el entusiasmo y el interés de los colombianos y la Selección, en su composición étnica y en su comportamiento deportivo, es reflejo exacto de la nación. Dentro de este criterio, nada más diciente del cambio paulatino de nuestra actitud psicológica y sociológica que una columna del diario El Tiempo de Bogotá que informó que entrevistados varios jugadores de la Selección Colombiana de Fútbol dijeron que le pedirán a su nuevo Director Técnico desarrollar en el equipo espíritu ofensivo porque de lo contrario la Selección no tendría futuro. ¡Qué noticia tan importante dentro del punto de vista geopolítico! Sobre todo, cuando había hecho escuela entre nuestros jugadores de fútbol la desastrosa frase perder es ganar un poco, sentencia con que se buscaba justificar las derrotas. "En eso del 'toque toque' hay que evolucionar. No podemos quedarnos ahí. Hay que meterle contundencia y gol. Con 'Bolillo' espero que se pierda ese temor desde el banco, de ir a parársele de tú a tú a cualquier rival", dijo Pablo Armero, uno de los seleccionados.

Enseña la Psicología que los complejos se superan cuando la persona conoce su causa, y ya que sabemos la de nuestro complejo, busquemos eliminar de nuestra idiosincrasia esta debilidad, mediante el esfuerzo honesto y decidido en las competiciones de toda índole a que tengamos que asistir o en los problemas que tengamos que afrontar en nuestro discurrir por el camino de la historia. Sólo así dejaremos de contentarnos con triunfos morales y reforzaremos la autoestima tan necesaria en los niveles, personal y colectivo.

La actitud ganadora le hará mucho bien a Colombia y a nuestro deporte en particular cuando este espíritu se traslade a todas las actividades nacionales y dejemos de contentarnos con los socorridos triunfos morales. No quiero decir con esto que debamos obtener el éxito en todas las circunstancias porque existen personas más capacitadas que otras y naciones más desarrolladas y, por consiguiente, de mayor experiencia que la nuestra pero es importante sudar la camiseta y cambiar la actitud perdedora por la ganadora. Sólo así obtendremos una posición destacada en el concierto internacional.

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