Sunday, January 16, 2011

Enseñanzas de un escándalo

Reciéntemente ha sacudido al mundo la noticia de la filtración y divulgación de más de doscientos cincuenta mil documentos encriptados de la Secretaría de Estado de los Estados Unidos de América que han sido aprovechados de diferente manera por los interesados. El escándalo que se ha suscitado es mayúsculo porque los acontecimientos a que se refieren están todavía en la memoria colectiva y tienen repercusión en la opinión pública según la importancia de los países y de los personajes mencionados en ellos. Pero fuera de lo admirable del avance de la tecnología puesta en manos de verdaderos genios de la informática que han logrado burlar toda la seguridad con que se guardaban, el hecho en sí es una campanada de alerta para las potencias en la guerra cibernética que se avecina y un motivo de reflexión para los países débiles en el manejo de sus relaciones internacionales pues en ello está implícita la Seguridad Nacional.

Salta a la vista la importancia de la unidad nacional que es el resultado de la justicia social, para evitar la injerencia de las potencias en nuestros asuntos internos.

Hace años, leí una anécdota de un par de niños que se liaban a puñetazos despues de discutir a quien de los dos pertenecía una ostra que uno de ellos había recogido de la playa.

¡Yo la vi primero! decía uno de los pendencieros.

¡Pero, yo la recogí de la playa! decía el otro.

Un grandullón que los estaba observando aprovechó la circunstancia para intervenir en su beneficio. Los separó con fuerza, tomó la ostra en sus manos, la dividió, dio una concha a cada uno de los muchachos y luego, en tono salomónico, les dijo: le he dado a cada uno una concha para que no peleen y en pago de mis servicios como juez yo me quedo con la parte de adentro. Seguramente, con la intención de apropiarse de la perla que podría contener el molusco.

Esta anéctota debe servir de ejemplo a los países que no tienen unidad nacional y son víctimas de los estados poderosos que se aprovechan de la debilidad que viene como consecuencia de sus disensiones intestinas para intervenir provechosamente en sus diferencias. Aún más, y esto es grave, que individuos, grupos o facciones de una nación soliciten la intervención de factores externos en sus diferencias domésticas.

Las ideologías políticas no son buenas ni malas en sí mismas. Tienen vigencia permanente y son aplicables, en ciertos momentos de la historia, de acuerdo con las características, con las circunstancias y con las necesidades de los pueblos y de los Estados. Por lo general, surgen, en el campo internacional, como un necesario contrapeso al sistema político de un estado rival o para alinearse en un grupo de países de acuerdo con sus intereses geopolíticos. Las comunidades humanas se han mantenido en controversia permanente durante toda su existencia. Hacer de la controversia pacífica, en el orden interno o externo, una preocupación creadora de ideas rentables es muy importante para el progreso de las naciones.

Desde que el mundo es mundo, ha existido el espionaje y este tiene ahora el pomposo nombre de Servicio de Inteligencia, clasificándose sus agentes en encubiertos y en reconocidos. En estos últimos se cuenta el servicio diplomático que además de cumplir otras funciones tiene la de informar a su Gobierno lo que sucede en el país en donde se encuentra acreditado. Esto no es un misterio ni motivo de alarma porque en el campo individual y en el del Estado se cumple el axioma de que hombre avisado vale por dos.

Lo importante en un espía es su anonimato, es decir que no se deje identificar porque pierde su calidad y después nadie responde por sus actuaciones anteriores. En el caso del espía reconocido corresponde al Estado en donde se encuentra acreditado negarle la información, al menos que haya un intercambio convenido. Esto se llama Contrainteligencia.

El concepto de que los Estados no tienen amigos, tienen intereses es de impresionante vigencia. Es una triste conclusión, originada en la corta trayectoria vital de los dirigentes nacionales de todos los países y en los cambios impredecibles de los sistemas políticos en la dirección de los Estados que modifican la orientación de los gobiernos haciéndolos muchas veces antagónicos. Bajo estas consideraciones es importante tener en cuenta que los hombres somos sólo ínfimos eslabones en la cadena de la vida de la especie humana y que por lo tanto todos los sistemas políticos son susceptibles de cambio por este motivo. Sólo la nación es permanente. Y sin darle más importancia de la que merecen las revelaciones de WikiLeaks, aprovechémoslas para sacar enseñanzas y para reflexionar sobre nuestra posición en el mundo como nación y sobre nuestro futuro pero, especialmente, sobre la gravedad para la Seguridad Nacional de la presencia no autorizada de funcionarios públicos como informantes en embajadas acreditadas ante nuestro Gobierno.