Wednesday, March 24, 2010

La UNASUR, una orquesta dirigida por Brasil

Mucho se ha hablado de la Unión de Naciones Suramericanas, una reunión de presidentes del subcontinente que sirve los intereses de Brasil y en la que varios mandatarios de izquierda creen tener un foro de propagación de sus ideas políticas, sin darse cuenta que esta organización es la plataforma de los intereses geopolíticos del gigante suramericano, cuyo presidente de turno es el director de la orquesta, como el Presidente Lula da Silva lo demuestra y los medios de comunicación lo destacan.

Se hace especialmente notorio en este foro el Presidente de Venezuela Hugo Chávez quien ingenuamente cree que, abanderando las ideas políticas de Fidel Castro mimetizadas en un llamado bolivarianismo, las impondrá en los países que forman esta organización, olvidando que, fuera de Venezuela, Colombia y Ecuador y quizás Bolivia, las demás naciones ignoran adrede al prohombre venezolano cuyas ideas políticas vieron en ese entonces con alarma.

La principal idea bolivariana y única que pudo llevar a la práctica el Libertador fue la reconstrucción, bajo la organización republicana, del primigenio Virreinato de la Nueva Granada, mediante la unión de Venezuela y de la Nueva Granada bajo el nombre de República de Colombia. No se mencionó en este pacto de integración a Ecuador porque había sido del virreinato granadino durante la época colonial y la Nueva Granada lo consideraba parte integrante de su territorio. Fue este gran y efímero país la realización del sueño del Precursor de la Independencia Americana, Francisco Miranda. Pero Bolívar, con su sed de espacio, en vez de regresar a Colombia después de Ayacucho se quedó en Lima desde donde desarrolló su política de Unión, Liga y Confederación Americana que no tuvo resultados positivos. En cambio, abandonó a Colombia a la que regresó cuando ya soplaban los vientos de su disolución. Total que, ¿cual puede ser la aceptación de las llamadas ideas bolivarianas en el área sanmartiniana que empieza en Perú y menos en Brasil en donde Bolívar pensó intervenir para hacerla una república? ¿Cree el señor Presidente Chávez que Brasil va a entrar en la órbita bolivariana que pretende liderar? ¿U olvida la reacción del Congreso del Brasil a su intento de intervención en la política brasileña o el tratamiento de peón de brega que le dio el Presidente Lula en Bariloche?

La única nación suramericana que tiene vocación imperial y fue imperio en el Siglo XIX es Brasil. Su inmenso territorio y su creciente poderío, respaldados por una hábil diplomacia, le permiten aspirar a absorber a las naciones del subcontinente americano para hacer de Suramérica una sola nación con capital Brasilia. De ahí su interés en que Colombia entrara a UNASUR pues no podía permitir que estuviera por fuera del redil y no se pudiera cumplir la aspiración de Pedro II, Emperador de Brasil, de llegar hasta Panamá. Es importante recordar su política expansionista en Suramérica, cuya principal víctima fue Paraguay, y su disputa con Argentina por la primacía en la que los gauchos quedaron tendidos en la lona.

Después de tantas conmociones internas y de varias dictaduras durante el siglo pasado, la clase dirigente de Brasil ha hecho un pacto social y político con la izquierda para enrumbar el país hacia la meta de ser una potencia mundial y el Presidente Lula da Silva ha cumplido bien su cometido como director de turno de esta estrategia. Pero Brasil, como todo país, tiene sus debilidades geopolíticas y esta, en su caso, ¡quién lo creyera!, es la posesión de la Amazonia, pulmón de la tierra que debe preservarse intacta para su equilibrio ecológico y por consiguiente para la supervivencia de la humanidad. Su destrucción que la convertiría en un desierto sería un desastre de incalculables consecuencias. Es por esto que el mundo científico se ha opuesto a la construcción de carreteras y de agrovillas en la selva conque Brasil ha intentado su colonización para tomar posesión real de su inmenso territorio. La internacionalización de la Amazonia echaría por tierra su plan geopolítico de convertirse en un solo país suramericano que tendría salidas al Pacífico y al Caribe, en lugar de ser una nación que sólo mira al Atlántico sur y al continente africano.

Brasil, con su hábil diplomacia, ha logrado que Estados Unidos, lo considere su mayordomo en Suramérica mientras está atendiendo problemas en otras regiones del globo. El Presidente Nixon decía que lo que pensara Brasil debía tomarse como pauta de lo que pensaban los demás países del área. En efecto, Brasil ha sido árbitro en los litigios de límites y en otros problemas que se han suscitado en Suramérica. Es digno de tener en cuenta que en la conferencia de Guayaquil convocada para discutir la Iniciativa de las Américas del Presidente George W, Bush hubo dos presidentes de la reunión: Estados Unidos y Brasil que se arroga la vocería de las naciones hispanoamericanas del continente sin que ninguna de estas se la dipute o proteste.

Este aceptado liderazgo de la única nación de origen lusitano en América sobre las naciones de habla española le ha permitido intentar disputar a Estados Unidos su supremacía en el continente, constituyéndose en el ‘director de orquesta’ de los países hispanoamericanos y de Belize, Guyana y Haití en el llamado Grupo de Río, antagónico de la OEA, y en la UNASUR, plataforma de lanzamiento de su proyecto expansionista en Suramérica.

Brasil ve con preocupación el tratado de uso de algunas de las bases aéreas militares colombianas por parte de Estados Unidos porque teme con este hecho la disminución de su influencia en Suramérica y, también, la no descartable declaración de la Amazonia como ‘zona internacional’ de propiedad de la humanidad, protegida por las potencias que adelantarían en ella investigación científica de muy alto nivel. Dentro de esta problemática se desenvuelve la llamada UNASUR.

Colombia no debe dirigir el esfuerzo principal de su política internacional hacia el sur del continente. Afortunadamente la mayor parte de su terrritorio se encuentra en el hemisferio norte y es en esa dirección hacia donde debe orientarlo porque la naturaleza ha puesto una barrera selvática a su espalda y la geografía es destino, como dijera Napoleón. No quiere decir esto que renuncie a su derecho a las vías fluviales suramericanas en aplicación de la doctrina de los ríos comunes. Es de forzosa obligatoriedad mantener excelentes relaciones con los gobiernos y con las naciones vecinas, siempre y cuando no interfieran en su política interna. Además, debe tener presente que en un mundo globalizado es casi imprescindible entablar y mantener relaciones diplomáticas con todas la naciones pues los intereses económicos tienen una sorprendente dinámica.

Pero debe evitar comprometerse en acuerdos que a la larga atenten contra su soberanía y contra su existencia como Estado independiente pues es su deber con las generaciones colombianas futuras entregarles una patria libre de ataduras. No se pueden aceptar todas las invitaciones a formar parte de alianzas inconvenientes porque después es muy difícil salirse de ellas o hay que hacerlo con disgustos que se habrían podido evitar con un categórico NO.

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