Thursday, May 27, 2010

"200 años de Honor y Gloria"

Una valla con esta leyenda recuerda a los colombianos que su Ejército y, por extensión, sus Fuerzas Militares están sirviendo a la nación desde hace doscientos años.

En la mañana del lunes 23 de julio de 1810 en la Plaza Mayor de la ciudad, hoy Plaza de Bolívar, la Suprema Junta de Santa Fe proclamó su primer acto de gobierno en el que se encontraba, entre otras disposiciones, la creación del batallón de Guardias Nacionales, prístina unidad del Ejército Nacional. Fue esta la medida más significativa para la nación colombiana desde el punto de vista de su Seguridad puesto que, con gran sabiduría, el nuevo Gobierno pensó, desde un principio, en la defensa de la soberanía y de las instituciones patrias que la Junta representaba en ese momento.

Desde entonces y en cumplimiento de normas constitucionales, las Fuerzas Militares han participado en la Guerra de Independencia; en la defensa de la soberanía nacional en sendas guerras con Perú (1828-29), con Ecuador (1863) y con Perú (1932); en el mantenimiento del orden interno; y ante toda clase de catástrofes, en colaboración con otras entidades del Estado. Honrando nuestros compromisos internacionales, se han hecho presentes en la Guerra de Corea y, como parte integrante de la Fuerza Multinacional de Paz y Observadores de las Naciones Unidas, en la Península de Sinaí.

Si recordamos los hechos que dieron origen a la Independencia, podemos apreciar la premeditación de quienes los realizaron, por la secuencia lógica de los acontecimientos sucedidos: La fecha y la hora escogidas, viernes 20 de Julio, día de mercado, a las once y media de la mañana en que la actividad comercial estaba en pleno apogeo por la afluencia de marchantes y de gentes de los barrios populares convocados por el patriota José María Carbonell; el sitio de la trifulca, que dio origen al motín, en la tienda del comerciante español José González Llorente (hoy Casa del Florero); la escogencia de los dos personajes que le iban a hacer al dueño del almacén la extraña propuesta, para sacarlo de quicio, de prestarles un florero para adornar la mesa del banquete que le iban a ofrecer al Comisionado Regio, capitán de fragata de la Real Armada Antonio Villavicencio, un criollo quiteño cuyas actuaciones en Cartagena, favorables a los americanos, tenían disgustados a los españoles; y las palabras que le atribuyeron los dos insurgentes al español. Es importante aclarar, en beneficio de la verdad histórica, que González Llorente era una buena persona y muy caritativo, ya que hacía parte de instituciones de beneficencia como la Junta Directiva del hospital San Juan de Dios, y que si pronunció las ofensas a los americanos que dicen, ellas no son extrañas en un español en estado de acaloramiento.

En el amanecer del sábado, después de que el coronel Juan Sámano, Comandante del batallón Auxiliar, juró su acatamiento a la Junta Suprema del Nuevo Reino de Granada que había sido nombrada como resultado de los acontecimientos sucedidos durante la noche, los actores de la asonada se fueron a dormir, con un ojo abierto, hasta el domingo, en que se dedicaron a discutir las medidas más urgentes para organizar el Gobierno. Y ante el temor de una reacción española apoyada por el batallón Auxiliar y de las crecientes y tumultuarias exigencias del pueblo, embriagado de libertad, que podían degenerar en sangrientos desórdenes decidieron la creación de un batallón que se llamaría de Guardias Nacionales. La misión que cumpliría esta pequeña y novel unidad militar era la que desde entonces han venido y seguirán cumpliendo las Fuerzas Militares al servicio de Colombia y por mandato de la nación.

Así pues, el lunes 23 de Julio de 1810, en la Plaza Mayor de Santa Fe, en la hoy Bogotá, corazón nacional, y por decisión del Gobierno surgido del movimiento independiente del 20 de Julio, el pregonero del bando anunció la creación del batallón de Guardias Nacionales para defender la Independencia Nacional y las Instituciones Patrias. Nada más honroso que este discreto, diciente y legítimo nacimiento de nuestras Fuerzas Militares.

Saturday, May 15, 2010

La razón de ser de unas Fuerzas Militares

La existencia de las Fuerzas Militares de una nación, o del Ejército como comunmente se les denomina, ha sido motivo de discusión en muchos países porque los costos de crearlas y, sobre todo, de mantenerlas en capacidad combativa son elevados y pueden exceder muchas veces su capacidad económica. Esta carencia de recursos es aún más notoria en países como el nuestro, que pertenecen a la categoría de los subdesarrollados porque necesitan de préstamos para adelantar obras de infraestructura y algunas veces para apuntalar el presupuesto de funcionamiento.

Aún en estas circunstancias, las Fuerzas Militares deben existir porque la defensa en los órdenes interno y externo no se improvisa y tiene que asegurarse con elementos propios pues confiarla a países protectores es colocarla en entredicho y renunciar a la soberanía.

La defensa del orden interno está confiada a la Policía y a los organismos de seguridad del Estado, pero cuando se encuentra alterado de tal manera que son incapaces de mantenerlo, el Gobierno está en la obligación constitucional de restaurarlo mediante el empleo de las Fuerzas Militares. Esto ha sucedido en todos los países y en todas las épocas.

En cuanto a la defensa exterior, todos los países, sin excepción, deben estar preparados para una agresión porque las circunstancias políticas internacionales pueden cambiar de un momento a otro y la formación y preparación de un organismo militar no se pueden improvisar para atender una emergencia, ya que la capacitación de los mandos y el entrenamiento de las tropas toma mucho tiempo.

La preparación de los oficiales requiere especial atención por su labor profesional de dirigir hombres en circunstancias difíciles. Por eso, se ha impuesto su profesionalización para que estén capacitados permanentemente no sólo para cumplir su cometido en su grado y en su cargo sino habilitados para asumir las responsabilidades superiores que en la guerra son inmediatas.

Tan importante y tan demorada es la capacitación de los cuadros de mando que Alemania, limitada por el Tratado de Versalles a no tener un ejército de más de cien mil efectivos, les dio a todos sus miembros preparación de oficiales, de tal manera que cuando, fortalecida, desconoció el humillante tratado y llamó a las armas a dos millones de hombres, tuvo los comandantes suficientes para dirigirlos, ahorrándose mucho tiempo en su organización y evitando la reacción de los que habían sido vencedores en la Gran Guerra.

El entrenamiento de las tropas tampoco se puede hacer a la ligera porque cualquier vacío en su preparación resalta protuberantemente en la guerra, pero sobre todo en el combate cuando ya es imposible de llenar. Este entrenamiento que no es sólo físico sino mental para enfrentar los problemas psicológicos de la lucha, requiere un período de adaptación más o menos largo que incluye, además, variados conocimientos de armas y de elementos para las operaciones que no se aprenden de la noche a la mañana y que deben automatizarse, como por ejemplo, el manejo de las armas en la oscuridad. Tropas sin el debido entrenamiento no tienen seguridad ni fortaleza psicológica en el combate y son proclives a la derrota. Por ello, no se puede adelantar una guerra con milicias o con reclutas, y nuestra historia está plagada de ejemplos para demostrarlo.

Las Fuerzas Militares son un instrumento de las políticas interna y externa de un Estado que en Colombia deben ser empleadas por el Presidente de la República, constitucionalmente su Comandante en Jefe, según las necesidades y las capacidades del país, y de acuerdo con su criterio pues la responsabilidad en este sentido es enteramente suya. Deben existir y no pueden desmontarse según el capricho de un gobernante porque se ponen en riesgo la seguridad externa e interna de la Nación. Por eso su existencia está ordenada por la Constitución Política de los países que quieren tenerlas y bien vale la pena el sacrificio económico que conlleva su existencia.

Tuesday, May 11, 2010

El porqué de un ‘coqueteo’ en el Mercosur

El avance de la colonización portuguesa sobre las posesiones españolas en dirección del Río de la Plata, obligó a España a crear, en 1776, el Virreinato del Río de la Plata con capital Buenos Aires.

Desde entonces empezó el forcejeo geopolítico de los dos Estados que generó la fórmula transaccional que creó al Uruguay como Estado Tapón entre las presiones geopolíticas de las dos naciones. Esta solución frenó la proyección de Brasil sobre el estuario del Plata y colocó una nación hispanoamericana entre las ambiciones de las dos incipientes potencias.

Las recíprocas presiones geopolíticas entre los dos países continuaron en el Siglo XIX, pero Argentina cometió el error de aliarse con Brasil y con Uruguay en contra de Paraguay, a cuyo presidente tildaban sus vecinos de Dictador y lo consideraban su enemigo. En esta famosa Guerra de la Triple Alianza, los vencedores apabullaron a Paraguay y de su derrota el único beneficiado fue Brasil que aumentó su territorio a costa del vencido y emergió como potencia suramericana.

La rivalidad geopolítica entre Brasil y Argentina continuó, pero en esta carrera se impuso Brasil por el peso numérico de su población, distribuida a lo largo de su costa atlántica y con proyección hacia el interior de su territorio, frente a la escasa de su vecino cuya mayor parte se concentra en el área metropolitana de Buenos Aires y zonas aledañas presentando un vacío poblacional hacia el centro y sur del país. Esta debilidad obligó a Argentina a ceder a Brasil la hegemonía que le había disputado desde la época colonial.

En la constitución del Mercosur, Argentina ha quedado en inferioridad de condiciones frente a Brasil. Por ello, el interés de la nación austral de apoyar el ingreso de Venezuela con quien desea crear una alianza en el interior del grupo que equilibre las cargas.

Y como la nación bolivariana también tiene interés de pertenecer a la organización porque el Presidente Chávez desea tener aliados estratégicos, ideológicamente afines, en su enfrentamiento con Estados Unidos, este ‘coqueteo’ los favorece a los dos y también al Mercosur, ya que el ingreso de Venezuela, país de grandes recursos naturales, lo fortalece y lo proyecta hacia el Norte y sobre el Caribe, haciéndolo más viable geopolíticamente.