Sunday, July 11, 2010

Se conforma un nuevo orden político en Europa

Afirman quienes se dedican a estudiar el desenvolvimiento de las comunidades humanas, y a elaborar y confrontar estadísticas, que el mapa político del mundo cambia de manera sustantiva más o menos cada quinientos años. Quizás ahora ese tiempo pueda ser más corto por la aceleración que los medios modernos de comunicación y de transporte imprimen a la evolución y al desarrollo de los pueblos.

La reciente noticia aparecida en el periódico El Tiempo de Bogotá sobre la aprobación por el Tribunal Constitucional español de la mayor parte del Estatuto de Autonomía de Cataluña, y sobre la controversia que esto ha generado en España, da base para especular sobre si se inicia en Europa el colapso del sistema político de Estados Nacionales, producto del Renacimiento, y si va a ser reemplazado en ese continente por una federación de pequeños estados basados en las muchas étnias que se sometieron al dominio de los reyes y que ahora, especialmente las menos favorecidas, reclaman su soberanía. Además, hay ya muchos antecedentes con el rompimiento de Yugoslavia en varios estados independientes, con la partición de Checoslovaquia en República Checa y Eslovaquia, con la tambaleante unidad belga, con la separación de varias nacionalidades de la Unión Soviética, con la inconformidad de los habitantes del norte de Italia de su dependencia de Roma y con el ya tradicional deseo de autonomía de Cataluña, de Galicia y del llamado País Vasco en la Península Ibérica.

Primero, debemos dejar en claro qué es nación. La tercera acepción de la palabra en el Diccionario de la Real Academia Española es la que más se ajusta al concepto geopolítico cuando dice que nación es el conjunto de personas de un mismo origen y que generalmente hablan un mismo idioma y tienen una tradición común.

Aunque el fallo del Tribunal Constitucional español es todavía controvertido por no permitir a los catalanes el uso legal del término nación, podemos preguntarnos: ¿Será el fin de España como nación unitaria la existencia dentro de ella de otras nacionalidades que reclaman su reconocimiento como tal? Posiblemente sí, pues ya llegarán las otras comunidades autónomas que han estado desde hace mucho tiempo ambicionando esta calidad, a exigir que se materialicen sus aspiraciones. Y, dentro del ámbito europeo, otras etnias reclamarán lo mismo pues el ejemplo cunde.

La unidad de España se originó el 19 de octubre de 1469 con el matrimonio de los monarcas Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla y de León, quienes al realizar este enlace dieron origen, con la unión de sus reinos, a la España de hoy. La terminación de la guerra contra los árabes, la conquista y colonización de América y su activa participación en la política europea le dieron tanta importancia y unidad que el rey Felipe II, biznieto de los Reyes Católicos, fue el monarca más poderoso de su tiempo.

La dificultad para la unidad de Europa, que tantos estadistas de uno u otro país han intentado en varios momentos de su historia, reside en la multiplicidad de estados nacionales consolidados con un sentimiento de patria que los reyes y los gobernantes posteriores desarrollaron en sus súbditos cuando lograron su compactación. Las etnias que invadieron la península europea en diferentes períodos se asentaron en determinadas regiones, creando con el tiempo sentido de pertenencia al suelo de sus mayores. Pero, a pesar del crecimiento y de la expansión en cada país de la etnia principal, quedaron resentimientos de las que fueron sometidas y hoy afloran con el concepto de autonomía. Esas etnias, a la par del uso de un idioma nacional, desarrollaron el suyo con escritura y literatura propias que las identifica ante el mundo.

Sin embargo, la decadencia de los estados nacionales y la proliferación de pequeños estados independientes será favorable para Europa. La unidad no se logrará mientras existan los actuales estados nacionales pues, en el momento, tiene muchos centros de poder que defienden su soberanía y disputan la supremacía en las decisiones generales sin querer ceder en sus intereses particulares de país. Sólo se constituirá una gran nación, y por consiguiente un gran Estado, cuando se deshaga la unidad de los actuales países y las pequeñas nacionalidades que surjan del rompimiento se agrupen alrededor de un corazón nacional continental.